19º domingo del Tiempo
ordinario – B. 1ª lectura
4Luego anduvo una
jornada por el desierto y vino a sentarse debajo de una retama. Y se deseó la
muerte diciendo:
—Ya
es demasiado, Señor, toma mi vida pues yo no soy mejor que mis padres.
5Se echó y se quedó
dormido debajo de la retama. De pronto, un ángel le tocó y le dijo:
—Levántate
y come.
6Miró a su cabecera y
había una torta asada y un jarro de agua. Él comió y bebió; luego se volvió a
echar. 7El ángel del Señor volvió a tocarle por segunda vez y le
dijo:
—Levántate
y come porque te queda un camino demasiado largo.
8Se levantó, comió y
bebió; y con las fuerzas de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta
noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Elías repite en cierto modo el camino del pueblo
elegido al salir de Egipto perseguido por el faraón. El alimento que le da el
ángel también ha sido visto en la tradición de la Iglesia como una figura de la
Eucaristía ya que «los fieles, mientras viven en este mundo, por la gracia de
este sacramento disfrutan de suma paz y tranquilidad de conciencia; reanimados
después con su virtud suben a la gloria y bienaventuranza eterna, a la manera
de Elías, quien, fortalecido con el pan cocido debajo de la ceniza, anduvo
(cuarenta días y cuarenta noches) hasta llegar al Horeb, monte de Dios, cuando
se le acercó el tiempo de salir de esta vida» (Catecismo Romano 2,4,54).
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